Table of Contents
Recordando a María Elena Walsh, nacida hoy en 1930.

María Elena Walsh
María Elena Walsh (Villa Sarmiento, 1 de febrero de 1930-Buenos Aires, 10 de enero de 2011)1 fue una poeta, novelista, escritora, dramaturga, cantautora y compositora argentina, conocida principalmente por sus canciones y libros para niños. Su obra incluye muchos de los libros y canciones infantiles más populares de todos los tiempos en su país, lo que la llevó a ser catalogada como «mito viviente, prócer cultural y blasón de casi todas las infancias».
Descarga las mejores partituras de nuestra biblioteca.
Nació en el seno de una familia de clase media ilustrada y realizó sus estudios secundarios en la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón, de la que egresó como profesora de dibujo y pintura.
En 1945, a los quince años, comenzó a redactar sus primeras publicaciones para las revistas El Hogar, Sur y el diario La Nación. Su primer libro, Otoño imperdonable (1947), recibió críticas elogiosas a tal punto que la Fundación Williams decidió becarla para pasar una estadía en la casa del poeta Juan Ramón Jiménez en Maryland, donde tuvo oportunidad de vincularse con la cultura estadounidense.
Best Sheet Music download from our Library.
A su regreso, publicó Baladas con ángel (1952) y, molesta con las censuras que percibía en el gobierno de Juan Domingo Perón, decidió viajar a París con su compañera, la cantante Leda Valladares, con quien formó un dúo artístico que se perpetuó a lo largo de diez años.
Interpretaron canciones folclóricas del norte argentino en diferentes ciudades de Europa y grabaron varios álbumes, entre ellos, «Cantos de Argentina» (1954), «Bajo los cielos de la Argentina» (1955), «Entre valles y quebradas» (1957) y «Canciones del tiempo de Maríacastaña» (1958).11 Las diferencias profesionales del dúo, la falta de interés comercial y la proliferación de nuevos grupos folclóricos con mayor competitividad hicieron que el dúo se disolviera en 1962.

A fines de los años 1950 y comienzos de 1960, Walsh inició su trabajo en televisión, primero como libretista y luego como cantante infantil. Su primer libro infantil, Tutú Marambá, fue sucedido por los espectáculos Los sueños del Rey Bombo y Doña Disparate y Bambuco —su primer trabajo con María Herminia Avellaneda—, a través de los cuales presentó personajes memorables como Doña Disparate, el Rey Bombo, la Vaca Estudiosa, la Mona Jacinta, la Tortuga Manuelita y el Mono Liso.
La idea de crear un género innovador que se convirtiera en una especie de varieté infantil la llevó a diseñar un espectáculo de amplia repercusión, Canciones para mirar (1962), que recibió críticas positivas y se prolongó a lo largo de varias temporadas en teatro. De nuevo, la falta de interés comercial y el temor de Walsh a repetir viejas fórmulas de trabajo hicieron que paulatinamente se volcara a escribir canciones para adultos.
Please, subscribe to our Library.
If you are already a subscriber, please, check our NEW SCORES’ page every month for new sheet music. THANK YOU!

En 1966, El país del Nomeacuerdo marcó el cierre del ciclo de canciones infantiles y el comienzo de la colaboración con el músico Oscar Cardozo Ocampo, con el que se presentó en un nuevo show, Juguemos en el mundo (1968), que tuvo una importancia determinante en el curso de la música popular de fines de los años 1960 y 1970.
En esta etapa, compuso temas emblemáticos como «Zamba para Pepe», «Serenata para la tierra de uno», «Barco quieto», «La Juana» y «Los ejecutivos», y desarrolló una exitosa carrera como cantante en espectáculos de café-concert y de revista en el Teatro Maipo.
En 1978, tras el golpe de Estado de 1976, sintió que «el show había terminado» y decidió dejar de componer y cantar.

Con el restablecimiento de la democracia y su recuperación de un cáncer óseo, en 1984 integró el Consejo para la Consolidación de la Democracia y se la designó asesora ad honorem de la Secretaría del Desarrollo Humano y Familia, cargo al que renunció en 1986. Recibió la distinción de «Ciudadana ilustre de la Ciudad de Buenos Aires» en 1985, la Embajada de Polonia la condecoró con la Orden de la Sonrisa en 1987 y en marzo de 1990, la Universidad de Córdoba le otorgó un doctorado honoris causa. El gobierno de la provincia de Buenos Aires la declaró «Personalidad ilustre» en 1991.5
Durante toda su carrera, publicó más de 20 discos y escribió más de 50 libros. Entre los artistas que difundieron el cancionero de Walsh, destacan el Cuarteto Zupay, Luis Aguilé, Mercedes Sosa, Jairo, Rosa León y Joan Manuel Serrat. Tras su retiro de la actividad, continuó escribiendo artículos periodísticos.
En 1997, la publicación de una columna de opinión de su autoría en detrimento de la Carpa Blanca generó repudio y críticas negativas, lo que disminuyó su popularidad, aunque tuvo un resurgimiento con el estreno de la película animada Manuelita (1999) de Manuel García Ferré. Sus últimos libros fueron Hotel Pioho’s Palace (2002) y Fantasmas en el parque (2008). Luego de un período de inactividad y mala salud, Walsh falleció en 2011 a la edad de 80 años.
El escritor Leopoldo Brizuela puso de relieve el valor de su creación al argumentar que «lo escrito por María Elena configura la obra más importante de todos los tiempos en su género, comparable a la Alicia de Lewis Carroll o a Pinocchio; una obra que revolucionó la manera en que se entendía la relación entre poesía e infancia».

Walsh señaló que posiblemente quiso alegrar su propia infancia al reconstruirla, pero nunca quiso volver a ella con nostalgia. En respuesta a aquella afirmación mitológica de la infancia como la etapa más feliz de la vida, Walsh se oponía rotundamente, afirmando que esa felicidad del mito de la infancia es siempre retrospectiva.
Sostuvo un compromiso por la educación infantil a lo largo de toda su vida. En 1963, estudió la pedagogía del psicoanálisis vinculada a la infancia en Argentina en busca de qué necesidades había en esa área junto a Eva Giberti, Florencio Escardó y Arnaldo Rascovsky. En un Congreso de la Organización Mundial de Educación Preescolar (OMEP), Walsh dio una charla sobre la poesía en la primera infancia, donde comentó que se debía jugar e interactuar de manera libre con ese género literario, estimulando así la imaginación. Mencionó además la importancia de la música folclórica, sea en español o en inglés, y las denominadas nursery rhymes, base de la poesía para niños de Lewis Carroll, autor de Las aventuras de Alicia en el país de las maravillas.
Walsh consideraba que el niño es muy sensible al juego e incluso puede apasionarse por la mentira, pero nunca aceptará la incoherencia ni la falta de lógica. En una ocasión, presenció una obra de teatro donde los actores, disfrazados de ratones, salían a escena. De pronto, un chico se puso de pie furioso, se dio vuelta y vociferó: «¡Ratones sin cola, ratones sin cola!». La experiencia fue tomada luego por Walsh para señalar que el niño aceptaba que esos personajes fueran ratones, lo que no podía tolerar era que no tuvieran cola.
A diferencia de Horacio Quiroga, que tuvo resonancia entre el público infantil por sus cuentos atroces y mordaces, Walsh nunca se interesó por la atrocidad ni por incluir monstruos en sus obras, aunque reconocía que ejercían una gran fascinación sobre los niños.
Fue muy crítica a su vez de Walt Disney, no en su calidad de documentalista, sino en su ejercicio de dibujante y creador infantil. Lo calificó como «burdo» y a su contenido artístico como «chabacano» e «infinitamente sádico», señalando además que «sus dibujos animados tienen una violencia y una velocidad que crispa a los chicos. Ese ritmo feroz, que va masacrando a cada uno de los personajes, es de una feroz irrealidad».
También señaló que su obra era «colonialista» y que su empresa «fue dueña de nuestra fantasía, no solo de la fantasía infantil. En muchos lugares de nuestro país —Mar del Plata, por ejemplo— ha proliferado una arquitectura de techos de tejas y jardincitos prolijos muy inspirada en Walt Disney». Walsh fue severamente denostada por sus dichos, e incluso recibió cartas de protesta y una colecta de firmas para desplazarla de un programa radial, como así también un pedido de prohibición de entrada a la ciudad de Rafaela.

Walsh se definía como una poeta formal que optaba por la retórica tradicional. En ese sentido, se vio influencia por referentes como María Granata, León Benarós y Jorge Luis Borges, que se inclinaban por un tipo de poesía de tono elegíaco que respetaba mucho las formas tradicionales. Prefería expresarse dentro de esquemas rígidos en lugar de optar por el verso libre que prescindía de la rima.
La rima solía imponerse por sobre el sentido, confiriéndole al conjunto de poemas una intención lúdica. Se esforzaba para que en sus versos no se percibiera el ripio ni la rima forzada, de modo que sus escritos se caracterizaban por su naturalidad y sencillez.
Despreciaba todo atisbo de renovación en el mundo de la poesía, especialmente el que adoptaba la forma de verso libre, y en cambio, se veía a sí misma como discípula de la «generación del 40», que reunía los ideales del romanticismo.